El regreso a la escuela: cómo los maestros pueden aliviar su propio estrés
Por Michael Merschel, American Heart Association News
Si quieres saber más sobre el estrés, pregúntale a un maestro.
"No tenía presión arterial alta ni ansiedad hasta que comencé a enseñar", dijo Sheridan Dixon, una maestra de Dallas. Pero unos pocos años después de comenzar una nueva carrera como maestra de escuela primaria a la edad de 40 y tantos años, tenía ataques de pánico y su presión arterial subió tanto que terminó en una sala de emergencia.
Dixon culpa al estrés. Había trabajado previamente como ayudante de educación especial, así que estaba acostumbrada a los salones de clase. Pero sus estudiantes ese primer año eran difíciles, dijo ella, y "mi cuerpo responde al estrés con ataques de ansiedad".
Las exigencias eran abrumadoras. "Uno enseña todo el día", comentó ella, con quizás 45 minutos asignados para "planes, copias, papeles, informes, reuniones, conferencias", tareas que tenía que hacer para mantener su salón de clases funcionando. ¿Cómo voy a hacer todo esto, se preguntaba ella, sin trabajar por las noches y los fines de semana ni comprar una copiadora?
Entender ese estrés y otros aspectos del enseñar puede ser fácil. Lidiar con ellos puede ser más difícil, pero los expertos dicen que los maestros, administradores y los padres pueden ayudar juntos.
Cualquier trabajo puede ser estresante, dijo el Dr. Chris McCarthy, psicólogo en el departamento de psicología educativa de la Universidad de Texas en Austin, donde dirige el Coping and Stress in Education Lab, un laboratorio de técnicas de afrontamiento y estrés en la educación. Los profesionales que prestan servicio, incluidos los maestros, tienen la carga adicional de estar "constantemente disponibles" para otras personas.
Los maestros enfrentan factores adicionales, dijo él. Están a cargo de grandes grupos de gente joven, a veces en escuelas que carecen de recursos. Muchos están económicamente estresados. A la vez, la pandemia de COVID-19 trastocó el mundo educativo, y los maestros se han encontrado en el punto de mira político y cultural también.
"Creo que cuando miramos todas esas cosas, decimos, '¿Por qué no estarían estresados los maestros?'", dijo McCarthy.
El estrés está relacionado con problemas de salud, como presión arterial alta y problemas de ritmo cardíaco. No todos respondemos de la misma manera. "Los maestros tienen un conjunto de diferentes capacidades y destrezas, además de personalidades y vidas personales", comentó él, y las reacciones pueden variar.
Pero cuando un maestro está estresado, los efectos pueden repercutir en el salón de clases y afectar el aprovechamiento del estudiantado. La Dra. Lauren Davis, profesora asociada y directora del departamento de educación de la Universidad Estatal de Montana en Bozeman, dijo que los estudiantes pueden ver ese estrés, y algunos pueden comenzar a sentirse inseguros o poner a prueba los límites de un maestro para provocar una reacción. "Un maestro que está cansado y ya no le queda capacidad para lidiar se enoja con los estudiantes, y esto da lugar a una lucha de poder".
Una encuesta nacional publicada en junio por RAND, una organización de investigación sin fines de lucro, halló que, en comparación con otros adultos que trabajan, el número de informes de estrés frecuente o desgaste relacionado con el trabajo fue dos veces mayor entre los maestros, y casi tres veces más maestros notificaron tener dificultad para lidiar con este tipo de estrés. Las mujeres maestras informaron tasas mayores de estrés relacionado con el trabajo que los hombres maestros.
Davis y McCarthy ofrecieron estos consejos para abordar el estrés.
Para los maestros
Aconsejarles a los maestros que aparten tiempo para cuidarse puede ser más fácil decir que hacerlo, reconoció McCarthy. "Los maestros apenas tienen tiempo para almorzar o ir al baño y mucho menos para apartar ese tiempo."
McCarthy comenzó con "tomar medidas bastante obvias de cuidado personal", como hacer ejercicio y llevar una dieta saludable. Y aunque ese consejo "no es nada mágico", los maestros ocupados a menudo no dan prioridad a estos conceptos básicos.
Pero el beneficio que se adquiere vale la pena. Davis, por ejemplo, ha realizado estudios que revelan los beneficios de apartar tiempo para participar en sesiones de yoga fuera de las horas de trabajo. Además de los beneficios para la salud del yoga ampliamente establecidos, los maestros pueden aprender técnicas de respiración para ayudarlos a mantenerse calmados durante todo el día. Los estudios preliminares indican, según ella, que los estudiantes están más calmados cuando sus maestros ponen en práctica las técnicas que han aprendido.
McCarthy a veces comienza sus clases de posgrado con una actividad de sensibilización de tres minutos, como respirar o dibujar. Las técnicas serían diferentes para los estudiantes más jóvenes, pero "cosas como esas se pueden hacer muy rápido", dijo él.
Davis y McCarthy recurren a los conceptos de la atención informada por el trauma, que procura reconocer los provocadores de estrés en la vida de un estudiante. Aprender a observar los comportamientos de los estudiantes como productos de sus propios antecedentes, y no necesariamente desde un ámbito personal, puede ayudar a un maestro a responder de una manera compasiva y comprensiva, dijo McCarthy.
Los maestros también deben establecer límites saludables, comentó Davis, quien ha trabajado como maestra de escuela intermedia y subdirectora de escuela en Carolina del Norte.
"Los maestros a menudo se quedan hasta tarde por la noche corrigiendo tareas o se levantan temprano para hacerlo", dijo ella. Por lo tanto, tienden a poner en práctica la "postergación vengativa", porque piensan que el único momento que tienen para ellos es de noche. "Entonces, posponen acostarse todo lo que pueden para poder ver el programa de televisión que les gusta, y no los puedo culpar porque yo misma lo hice".
Dormir adecuadamente se ha asociado con niveles más bajos de estrés. También se considera vital para la salud del corazón.
Davis también solía quedarse despierta tarde por la noche y trabajaba los fines de semana. Pero trabajar siete días a la semana, 12 horas al día, es la receta para el desgaste, dijo ella.
Ella recomienda que los maestros se aseguren de irse a tiempo, de no responder mensajes por correo electrónico los fines de semana ni responderles a los padres después de ciertas horas. No importa la regla que sea, es vital adoptarla, dijo Davis, "porque de lo contrario vas a terminar arrastrándote al final del día".
Para el liderazgo escolar
"En un mundo ideal, habría más apoyo financiero para las escuelas, con capacidad para emplear a más maestros y reducir el tamaño de las clases y proporcionar más tiempo de planificación y más personal de apoyo", dijo Davis.
Los directores de las escuelas a menudo están en medio, entre las exigencias del superintendente y las necesidades de los maestros. Pero ellos pueden ayudar, de acuerdo con McCarthy y Davis, si logran mantener en equilibrio las cargas de trabajo. Por ejemplo, no siempre dándoles a los nuevos maestros las asignaciones menos deseadas o asegurándose de que los maestros no se sientan sobrecargados.
Los sistemas restrictivos estresan a los maestros, dijo McCarthy. La mayoría de los maestros reciben capacitación profesional rigurosa, por lo que es contraproducente cuando se hallan en una escuela donde no tienen autonomía o se les controla su trabajo de forma excesiva.
Asegurarse de que los maestros jóvenes aprendan principios de atención informada en el trauma desde el comienzo de su formación profesional es importante, dijo McCarthy. Los problemas relacionados con el estrés se pueden arraigar desde temprano. "Los maestros estudiantes entran con mucho idealismo y entusiasmo", dice él. "Y a veces es como un puñetazo en el estómago cuando llegan a las escuelas".
No todos los cambios deben ser sistémicos.
"Los maestros se merecen su propio espacio para solo tener un momento en silencio para hacer un reajuste personal", dijo Davis. Algunas escuelas han convertido salones que no usan en espacios donde los maestros se pueden relajar. "Es un lugar para hacer una pausa, bien silencioso, con música suave y luz tenue. Tal vez puede haber una silla reclinable. Tal vez puede haber una silla para masajes".
Davis dijo que cuando ella era subdirectora, su escuela de casi 1,000 estudiantes no contaba con ese tipo de espacio. Entonces, ella compartió el suyo. "Bromeaba de que mi oficina era el lugar donde se venía a llorar", dijo ella. Ofrecía su oficina para que los maestros tuvieran un lugar privado, y mientras ellos se tomaban el tiempo que necesitaban, ella se iba a ver los salones de clases.
"Creo que todos necesitamos un espacio donde podamos apartar un minuto para respirar y llorar si fuera necesario", comentó ella. "Y entonces pueden continuar con la rutina del día".
Para los padres
Apreciar a los maestros es importante, dijo McCarthy. Pero la manera en que lo hacemos también cuenta.
Según una investigación que realizó una de sus estudiantes en un grupo pequeño de maestros en un distrito de un suburbio de Texas, "los maestros aprecian mucho cuando reciben comentarios individuales y específicos" de los estudiantes, los padres o los miembros de la comunidad.
Las actividades genéricas del Día de Agradecimiento a los Maestros, "donde todos traen galletas o algo así", no fueron muy productivos, dijo él.
Davis recordó un año en que los padres ofrecieron a los maestros un gran almuerzo, pero no fueron relevados de sus deberes habituales para que pudieran disfrutarlo. En otra ocasión, en la escuela donde ella trabajaba como administradora, los padres vinieron a los salones de clase a atender a los estudiantes para que los maestros tuvieran un verdadero descanso.
Los maestros también pueden agradecer profundamente los regalos económicos pero prácticos, que se interpretarían como "migajas" en el mundo corporativo, dijo Davis. Como parte de su investigación, por ejemplo, se les dio a los maestros equipo de yoga, como una manta o una alfombra para yoga. "Los ojos de algunos de estos maestros se llenaron de lágrimas y preguntaron, '¿Puedo quedarme con esto?'", recordó ella. "Era como Navidad para ellos".
Dixon, la maestra de Dallas, encontró su propia manera para resolver su situación estresante. Además del medicamento para su presión arterial y ansiedad, reevaluó su carrera.
Después de muchos años de enseñar grados primarios, Dixon decidió que le iría mejor si pudiera concentrarse en un grupo de estudiantes que más la necesitaban. Decidió entonces cambiar de trabajo para ser una especialista en lectura, lo cual tiene un programa de estudios más concentrado y le permite trabajar con grupos más pequeños de estudiantes.
El trabajo es desafiante, dijo ella, pero su nivel de estrés es mucho menor.
Dixon, quien ahora tiene 55 años, dice que se esmera por ser productiva y por establecer sus propios límites. "Voy a hacer lo mejor que pueda y hacer las cosas con la mayor prontitud posible", dijo ella. "Pero no me voy a estresar y hacerle daño a mi cuerpo".
Eso es lo único que tiene sentido, comentó ella. "Si no puedes cuidarte a ti misma, entonces no vas a poder dar lo mejor de ti a los demás".