La banda de marcha: marcando el paso con buena salud mental

Por Michael Merschel, American Heart Association News

Los Bluecoats, un conjunto de marcha de Canton, Ohio, se presentan en Winston-Salem, Carolina del Norte, en julio de 2024. (Foto por Rogelio Aranda)
Los Bluecoats, un conjunto de marcha de Canton, Ohio, se presentan en Winston-Salem, Carolina del Norte, en julio de 2024. (Foto por Rogelio Aranda)

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Todo aquel que ha sido integrante de una banda de marcha competitiva sabe lo mentalmente exigente que puede ser la experiencia. Los que no pueden aprender de Adam Shipman.

Shipman, de 16 años, es estudiante de tercer año en Santa Gertrudis Academy High School en Kingsville, Texas. También es flautista y líder de escuadra –el equivalente a sublíder de sección– en la Mighty Lion Band, que compite con regularidad al más alto nivel estatal.

Llegar a ser tan bueno requiere trabajo, Durante el otoño, eso significa hasta 90 minutos de ensayos cada día como parte de una clase regular. "Y después de escuela, nos reunimos de 6 a 8 todos los días, excepto los miércoles y viernes", dijo él.

Los viernes son para los partidos de fútbol americano. Un juego como visitante tal vez signifique que la banda no regrese a casa hasta la una de la madrugada o más tarde. Cuando la temporada competitiva se calienta en octubre, en lo que algunos llaman "Bandtober", Shipman quizás tenga que presentarse al amanecer.

Shipman tiene que interpretar solos para estadios repletos y, en las competencias, delante de jueces exigentes. No basta con que sepa su parte; también tiene que estar al tanto de las posiciones e interpretaciones de todos los que le rodean.

La presión es mucha, dijo él. "Toma tiempo y práctica poder entender tu instrumento y entender que está pasando", dijo él. "Pero esas son cosas que he aprendido a hacer con los años".

Se siente recompensado por todo ese trabajo. Pero los investigadores recién están comenzando a tomar nota de esa línea entre presión y orgullo sobre la que Shipman y miles de otros integrantes de bandas de marcha caminan cada temporada.

La banda de marcha, una mezcla de atleticismo y actuación artística, está en la periferia de varias áreas de estudio, pero no es totalmente adoptada por ninguna. Debido a eso, la investigación sobre la salud mental y las artes de marcha es limitada, dijo el Dr. DaSean Young, asistente profesor de psicología en Pace University, en Nueva York.

Hasta conseguir una lectura precisa de cuántas personas participan es un desafío. Music for All, una organización sin fines de lucro para eventos y defensoría de la educación musical usa un estimado de 20,000 bandas de marcha de escuela preparatoria o secundaria en Estados Unidos. Otro estimado de 2015 pone el número de personas que marchan en la universidad en 27,000.

Pero tanto los investigadores como los participantes en las bandas coinciden en lo difícil que puede ser marchar.

El interés académico de Young se dirige hacia los efectos psicológicos y sobre el desarrollo que ejercen las artes de marcha, pero su propio currículum en bandas de marcha, o bandas de desfile, incluye su interpretación como abanderado –conocido en inglés como color guard– en su escuela preparatoria en Maryland y como miembro de los Madison Scouts Drum and Bugle Corps, de Wisconsin, que compite en el circuito élite Drum Corps International. También fue parte de la guardia invernal competitiva de George Mason University y todavía ayuda a enseñar a los estudiantes de preparatoria.

Lleva tiempo en cada nivel, dijo Young. Las referencias a los campamentos de banda tal vez sean buen caldo de cultivo para chistes, pero para los estudiantes de escuela preparatoria, es trabajo duro que comienza en medio del verano y que tal vez contemple semanas de nueve a 12 horas al día. A nivel de agrupaciones de tambores élite, sus integrantes viven juntos durante semanas de ensayos antes de recorrer el país para las competencias.

Tales experiencias pueden ser de mucho bien para la salud mental. Un estudio de 2017 en la revista académica Journal of Research in Music Education señaló que, además de ser culturalmente enriquecedora, la participación en las artes interpretativas ayuda a los estudiantes de preparatoria y universidad a aprender cómo enfrentar los desafíos académicos y les hace menos propensos a involucrarse en comportamientos riesgosos, especialmente con respecto al alcohol. Los estudiantes de escuela preparatoria en las artes interpretativas también experimentan un mayor disfrute de la escuela y tienen más probabilidades de asistir a la universidad a tiempo completo.

"Entre las cosas positivas que tendemos a ver con los artistas de las bandas de marcha están la cohesión de grupo y el apoyo de coetáneos", dijo la Dra. Toni Torres-McGehee, profesora asociada de ciencia del ejercicio de la Universidad de Carolina del Sur, en Columbia. "Y tiende a haber, la mayor parte del tiempo, una interacción positiva entre coetáneos, algo que puede fomentar un entorno de apoyo".

Otros investigadores han observado cómo los participantes se refieren a sus compañeros de la banda como "familia". Se ha demostrado que tales conexiones sociales son importantes para la salud.

Pero Torres-McGehee, que fue la primera entrenadora atlética para la Million Dollar Band de la Universidad de Alabama, dijo que esos lazos estrechos pueden tener un lado negativo que puede afectar la salud mental cuando conducen a exclusión social, hostigamiento o novatadas, rituales de iniciación conocidas como "hazing" en inglés. En una encuesta de 2015 a 1,215 miembros de bandas universitarias, casi el 30% de los encuestados señalaron que habían observado alguna forma de "hazing" en su banda, más comúnmente como humillación o degradación verbal pública.

Marchar es un desafío físico, y las personas a menudo dicen que los rigores del entrenamiento y la presentación enseñan resiliencia, dijo Young, a pesar de que su propia investigación no pudo medir un beneficio.

La exigente naturaleza de las artes de marcha también tiene un lado no saludable, dijo la Dra. Dawn Emerson, profesora asociada clínica en la Universidad de Carolina del Sur quien, junto con Torres-McGehee y otros colaboradores, fue autora de un artículo de 2021 en la revista científica Journal of Eating Disorders sobre los artistas de las bandas de marcha universitarias, un término que incluye a músicos, abanderados ("color guard"), bailarines y bastoneros.

El estudio de 150 participantes de tres instituciones examinó los factores de riesgo para trastornos alimentarios, con un enfoque en el perfeccionismo. Cerca del 80% de los participantes presentó cierto grado de este atributo.

Es difícil ocultar un error mientras se marcha, dijo Emerson. Los uniformes, con sus franjas blancas en cada pierna, permiten detectar los errores fácilmente. "Todo el mundo identifica quien no lleva el paso o está fuera de la fila", dijo ella.

En general, el estudio encontró que el riesgo de trastorno alimentario era "extremadamente prevalente" entre los participantes, tanto femeninos como masculinos, pero era mayor para las mujeres que para los hombres.

Emerson, que tocó el clarinete en bandas de marcha en la escuela preparatoria y en la universidad, dijo que en las bandas élite, la presión competitiva puede comenzar durante las audiciones. En algunos programas, quienes no son seleccionados son relegados a una escuadra auxiliar, que queda al margen de las actuaciones. Los integrantes de las bandas universitarias tal vez se presenten ante decenas de miles de personas en estadios de fútbol y quizás ante millones más en televisión.

Es una receta para la ansiedad. Torres-McGehee dijo que una investigación preliminar entre una muestra de 609 integrantes de bandas universitarias encontró que cerca del 40% experimentó ansiedad ("estado") temporal, y alrededor del 70% tenía ansiedad ("atributo") inherente. La misma investigación encontró que más del 60% tenía riesgo de depresión.

Young dijo que, de forma general, la investigación sobre depresión y ansiedad entre los participantes en bandas de marcha ha sido limitada.

Pero todos esos riesgos aparentes proporcionan a los directores de bandas abundante oportunidad de ayudar, dijeron los investigadores.

"Levantar la concientización sobre la salud mental es un problema en esta población, y es algo sobre lo que se necesita pensar", dijo Emerson. Ella y Torres-McGehee dicen que las bandas deben tener a su disposición entrenadores atléticos para aliviar a los directores tener que lidiar con los problemas relacionados con el cuidado de la salud. "Ese es nuestro trabajo", dijo Emerson.

Torres-McGehee enfatizó que la necesidad de marcar un tono adecuado sobre la importancia de la salud mental comienza desde arriba. "Un director de banda no está tomando las cosas en serio si su actitud es: 'estás bien, solo tienes que superarlo, ve a casa, descansa un poco y mañana estarás bien'". Los líderes de bandas, dijo ella, "tienen que escuchar y no juzgar lo que escuchan; y no tienen que aconsejar, sino apoyar", y ayudar a los miembros de la banda que lo necesiten a encontrar el camino hacia especialistas en salud mental.

Para un director puede ser difícil estar al tanto de cientos de personas, dijo Emerson, y es por eso que los líderes de sección deben recibir entrenamiento sobre las señales de advertencia de los problemas de salud mental y decírseles, "tienes que estar atento a lo que pasa en tu sección".

Young concuerda en que el tono del liderazgo podría marcar una gran diferencia. Él también sugirió que proporcionar acceso a un psicólogo deportivo podría ayudar, especialmente en los casos de los más jóvenes.

Una cosa es ayudar a una persona a corregir un error, "'Oye, te demoraste al contar cinco. Necesitas llegar ahí un poco más rápido'. Eso no es un ataque al bienestar de un estudiante", dijo él. Pero algunos programas etiquetan a las personas que constantemente están fuera de lugar como "tic", en referencia a una marca negativa en la tarjeta de calificación de un juez. "A veces los estudiantes lo asumen como una identidad". Y aunque Young no conoce de investigaciones sobre este problema, es claro que "la experiencia de ser 'tic' no es fácil".

De forma anecdótica, Young ha visto que el acercamiento opuesto funciona. Muchos conjuntos élite se han alejado de enfoques humillantes, penalizadores y militaristas. La agrupación Bluecoats de Canton, Ohio, ha adoptado un planteamiento más inspirador durante una década, dijo él. Es una actitud que él piensa que podría ayudar a atraer y retener a los mejores intérpretes, y para él, la prueba está en que los Bluecoats ganaron recientemente el campeonato de Drum Corps International.

"Pienso que a medida que la gente vea que hay grupos como los Bluecoats que hacen tanto por apoyar a sus miembros y que parece que tienen éxito, continuaremos viendo como eso se filtra al resto de la comunidad de las artes de marcha", dijo Young.

Los integrantes de bandas también pueden apoyarse entre ellos, dijo él. Entre sus estudiantes de escuela preparatoria, Young ha visto como los estudiantes de primer año golpean "el muro", un término que describe los sentimientos de estar abrumados a los que se enfrentan muchos miembros inexperimentados, "y entonces los estudiantes de los años superiores todos cuentan sus historias acerca de cuándo golpearon su muro y como lo superaron".

La perspectiva ayuda, dijo él.

"Se supone que esto es divertido", dijo Young. Él lo toma suficientemente en serio como para convertirlo en su carrera, pero mantiene presente que, en esencia, una banda de marcha son unas 100 personas tocando música y corriendo por un terreno. "En la guardia invernal, decimos (que las banderas) 'son solo sábanas en postes de ducha en un gimnasio'. Sí, puedes asignarle mucha de tu valía a esta actividad. Pero no es toda tu valía. Ni siquiera es realmente un porcentaje significativo de tu valía. Puedes ser malo en esta actividad y seguir siendo una buena persona. Puedes ser malo en esta actividad y seguir siendo amado".

En Kingsville, Shipman habla en términos positivos sobre su experiencia de banda.

Él reconoce la presión, pero dice que le ha enseñado el valor del trabajo duro y la dedicación. Hizo que aprendiera cómo administrar su tiempo, una habilidad importante para un estudiante de escuela preparatoria que participa en múltiples clubes y aspira a estudiar ingeniería aeroespacial en la universidad.

Adam Shipman, de la escuela Santa Gertrudis Academy High School en Kingsville, Texas, toca un solo de flauta durante el concurso estatal de bandas de marcha en el Alamodome de San Antonio en 2023. (Foto de Jolesch Enterprises/Cortesía de Cheri Shipman)
Adam Shipman, de la escuela Santa Gertrudis Academy High School en Kingsville, Texas, toca un solo de flauta durante el concurso estatal de bandas de marcha en el Alamodome de San Antonio en 2023. (Foto de Jolesch Enterprises/Cortesía de Cheri Shipman)

Shipman ha visto como la gente se critica entre sí, pero sus directores han dicho que "en esta banda no queremos menospreciarnos unos a los otros, lo que queremos es tratar de desarrollarnos mutuamente. Porque todos comenzamos en algún lugar. No importa quiénes seamos o de dónde vengamos, siempre hay ese momento en el que no sabías cómo tocar tu instrumento o cometías errores tocando".

En general, la banda es diversión, dijo él, pensando en los largos viajes a las competencias donde "sencillamente estás ahí con tus amigos", ya sea tocando, mirando a otras bandas o tomando un receso en un restaurante.

Y se forjan conexiones con todo tipo de personas de todo tipo de lugares, dijo él. "Cada vez que voy a una competencia regional de bandas o de otro tipo, hay miembros de otras bandas que sencillamente se acercan a la nuestra y hablan con nosotros como si nos conociéramos de toda la vida".


Artículos de la American Heart Association News

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