Cuidadores de la 'generación sándwich' atrapados entre dos generaciones necesitadas
Por Laura Williamson, American Heart Association News

Becky Engram está redefiniendo lo que significa pasar tiempo con su familia. Tiene 48 años, es madre de dos niños y está aprendiendo a dividir su tiempo entre ser mamá y cuidar de su padre enfermo. Todos necesitan de su tiempo y atención. Nadie recibe suficiente.
El padre de Engram, Bruce Dunning, de 78 años, ha estado entrando y saliendo del hospital desde que comenzó a tener problemas del corazón a fines del año pasado. Una persona que antes era extremadamente independiente ahora desea que alguien esté con él en todo momento. Por lo tanto, Engram maneja regularmente tres horas y media entre su casa en Marietta, Georgia, y la casa de su padre en Huntsville, Alabama, y a veces se queda allí varias semanas. Recientemente, su esposo, Derek, manejó para llevar a sus hijos a Huntsville para que ellos pudieran pasar el día patinando con su mamá mientras ella tomaba un descanso de los cuidados de su padre en el hospital.
Engram contó que Carter, su hijo de 10 años, es a quien le ha resultado más difícil. Después de que varios viajes de emergencia al hospital interrumpieron la Navidad y la víspera de Año Nuevo, lo que mantuvo a Engram fuera del hogar durante la mayor parte de sus vacaciones, el niño le dijo a ella: "Siento como si ya no tuviera mamá".
"Eso me partió el corazón", dijo ella.
Engram es miembro de la "generación sándwich", adultos que se encuentran cuidando dos generaciones simultáneamente: los hijos pequeños que crían, así como los padres que los criaron. De acuerdo con un estudio de 2022 en la revista Journal of the American Geriatrics Society, alrededor de 1 de cada 4 cuidadores adultos en Estados Unidos también cuidan de uno o más hijos menores de edad. Algunas estimaciones calculan que el número de adultos en esta posición es de entre 2.5 millones y 11 millones.
Y ese número podría seguir creciendo a medida que las parejas posponen cada vez más tener hijos, dijo la Dra. Lianlian Lei, profesora auxiliar en el departamento de psiquiatría de la Universidad de Michigan en Ann Arbor y autora principal del estudio de 2022.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, la edad promedio de madres primerizas ha aumentado a 27 años en Estados Unidos, y un número cada vez mayor de mujeres no tienen su primer hijo hasta que tienen entre 30 y 40 años o más. Esto quiere decir que aún están criando hijos pequeños cuando tienen entre 40 y más de 50 años, a la vez que sus padres llegan a los 70 años o más y comienzan a padecer de enfermedades.
El cuidado multigeneracional conlleva numerosos desafíos que pueden ser físicos, emocionales y financieros, dicen los expertos. En comparación con sus cuidadores contrapartes que no crían hijos, más cuidadores sándwich notifican dificultades emocionales y financieras considerables, y una mayor carga en su función como cuidadores. Un estudio reciente publicado en la revista británica Public Health halló que los cuidadores sándwich que dedicaban más de 20 horas a la semana para cuidar de un familiar presentaron problemas de salud físicos y mentales que duraban varios años.
"La parte más difícil son las múltiples responsabilidades que poseen", dijo Lei. Su estudio de 2022 encontró que casi el 70% de los cuidadores sándwich tienen empleos, además de las más de 77 horas mensuales, en promedio, que dedican al cuidado de un adulto mayor.
Los cuidadores sándwich hacen malabares para cumplir con las tareas de hacer citas médicas, manejar información de salud y acompañar a sus padres al médico, dijo Lei. También ayudan con las compras, hacen mandados y brindan cuidados personales. Esto es además de asegurarse de que sus hijos vayan y regresen de actividades, que sus familias estén alimentadas, que las tareas escolares estén supervisadas y de traer un ingreso a la casa que cubra los gastos médicos adicionales.
"Todas estas responsabilidades pueden ser muy estresantes", dijo ella. "Si las combinas todas, la situación empeora mucho".
Pero los cuidadores no son los únicos que sienten los efectos. "No pueden dedicar suficiente tiempo de calidad a sus propios hijos", dijo Lei. "Esto puede afectar el desempeño de los niños en la escuela, y las relaciones matrimoniales se pueden ver afectadas también. Todo esto supone todo tipo de efectos sobre toda la familia".
El tiempo dedicado a las distintas funciones le resta capacidad al cuidador para cuidarse a sí mismo, dijo la Dra. Francesca Falzarano, profesora auxiliar en el departamento de gerontología de Leonard Davis School of Gerontology de la Universidad del Sur de California en Los Ángeles. Además, debido a que el desempeñar tantas funciones les quita tiempo para socializar, las redes de apoyo de los cuidadores disminuyen cuando más las necesitan.
La denominada "generación sándwich" no captura del todo la complejidad de la situación, dijo ella. "Es más bien una salsa de siete capas que un sándwich".

Los estudios indican que la cultura podría influir en la manera que las personas perciben sus funciones y responsabilidades, y cómo les afecta su salud mental. Algunos estudios han determinado que las culturas con mayores niveles de familismo, en las que se enfatizan las relaciones familiares de apoyo y colocan a la familia por encima de la persona misma, tienen actitudes más positivas sobre el trabajo del cuidador y menores problemas referentes a la carga de la salud mental asociada con sus funciones.
Por ejemplo, algunos estudios han revelado que la salud psicológica de los cuidadores de familias de raza negra y latinas e hispanas es mejor que la de sus contrapartes de raza blanca, especialmente cuando guardan relaciones positivas con las personas a quienes cuidan.
La propia experiencia de Falzarano como cuidadora de sus padres comenzó mucho antes que la de muchas personas. Cuando ella tenía 14 años, su madre desarrolló demencia de inicio temprano. Como la única hija de una familia inmigrante italiana, comentó Falzarano, la expectativa era que ella asumiera la función de cuidadora e hiciera las veces de su madre con las tareas como comprar comida y manejar las cuentas del hogar.
Esta experiencia moldeó su decisión de convertirse en gerontóloga e investigadora especializada en la manera en que los valores culturales afectan a los cuidadores de pacientes con demencia.
"La experiencia como cuidador depende de los valores que tenemos", dijo Falzarano. "En el trasfondo de algunas culturas, hay expectativas y creencias internalizadas que influyen en cómo vemos esta experiencia".
En una familia tradicional italiana, dijo Falzarano, las funciones del cuidador recaen sobre la mujer, independientemente de su edad, y por lo tanto no se espera que sus hermanos varones mayores ayuden. Ella no solo cuidó de su madre. La demencia de su madre afectó adversamente a su padre y, cuando él desarrolló cáncer posteriormente, ella se convirtió en su cuidador también.
"Mi función evolucionó a medida que decaía la salud y el funcionamiento de mis padres", agregó ella.
Otro desafío emocional ocurre cuando se invierten las funciones al cuidar de un padre o una madre, dijo Falzarano. "La relación que antes existía, de padre/madre e hijo/a, se reestructura ahora drásticamente y las funciones se invierten. La relación comienza lentamente a volverse más unidireccional".
Buscar el apoyo de otras personas es vital para las personas que se encuentran realizando las diversas funciones que realiza un cuidador, dijo Falzarano. "Es muy fácil sentir que eres una isla, y que estás completamente solo/a. Pero hay apoyo disponible. Busca una red y conéctate con otras personas en situaciones similares. Compartir la experiencia con otros puede ser realmente transformador".
No solo hace que el cuidador se sienta más apoyado emocionalmente, sino que otras personas en situaciones similares también pueden compartir consejos e información que ayudan a aliviar la carga, dijo Falzarano. "Puedes aprender de otras personas que han navegado por esas situaciones".
Engram dijo que encontrar un grupo de apoyo fue una de las primeras cosas que hizo, una vez que se dio cuenta que su situación no sería temporal. También procuró la ayuda de amistades y vecinos, además de su esposo, con el cuidado de los niños y otros retos logísticos.
Ahora están tratando de mudar a su padre y su gato, Squeaky, más cerca de su casa en Georgia. Pero mientras tanto, ella dice, "También me encargo de la cuidadora del gato".
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